16 de mayo de 2014

Las aventuras de Kavalier y Clay, de Michael Chabon.


Cuando comencé a leer esta novela, me pareció casi pesada. Me costó encontrar el tono del escritor. Después poco a poco y sobre todo desde la mitad consiguió engancharme como solo lo hace un buen libro.

Digamos que la primera parte se centra más en el personaje de Joe Kavalier pero es desde la mitad hasta el final cuando su obsesiva inútil y desequilibrada lucha contra el nazismo me provocó un sentimiento casi agónico al ir desentrañando un desenlace en el que su infructuoso intento termina afectándole tanto que el personaje se pierde. Solo al final, parece comprender sus errores y gracias a la inocencia de un niño parece ser capaz de recuperar su vida. Ese atisbo de esperanza del final de la novela fue capaz, en mi caso, de compensar ese sentimiento agónico que causó en mí casi toda la obra, del que solo pude sobreponerme gracias a la ironía y el humor con el que el autor endulza todo el relato.

Algo parecido pasa con el otro protagonista fundamental del libro, Sam Clay. Este personaje despertó en mí ternura, por su condición sensible y dulce, admiración por su condición de emprendedor, por su empeño, su inteligencia y su fuerza de voluntad y tristeza, un profunda y atenazadora tristeza ante la imposibilidad (y también ante su incapacidad ) de manifestarse como el homosexual que es en un medio, los Estados Unidos de mitad del siglo pasado, que la novela me hizo sentir percibir claustrofóbico, no solo para los homosexuales, sino para cualquiera que se saliera de la normalidad oficial.

El final, un traslado al sur y al oeste, donde un ambiente más cultural y que se presume como más permisible, hace, que como en el caso del personaje anterior, se perciba el futuro con cierta esperanza.

En definitiva, una hermosa novela que expresa una gran sensibilidad ante las circunstancias que rodean a los dos protagonistas, crítica ante la especulación, que describe perfectamente el ambiente del Nueva York de la década de los cuarenta y escrita con tal ironía que me permitió divertirme sin caer en la desesperanza.

     

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Siempre agradeceré tus comentarios.