9 de julio de 2014

Camariñas 8 de julio de 2.014
Un día más y una etapa más de esta peregrinación marítima que cada vez nos acerca más a Padrón, punto al que, según se dice, llegó la barca de piedra en la que viajaba el cuerpo del Apóstol Santiago.
Hoy ha sido la segunda etapa más larga, unas sesenta millas que, Emma y yo, en el Roatán, hemos tardado en recorrer ocho horas y media y en la que hemos tenido la oportunidad de navegar a vela prácticamente desde la salida. Primero de ceñida, que es navegar contra el viento y después con portantes ( a favor del viento ), pero por fin los tripulantes “veleristas” hemos vista satisfecha esa necesidad que es sentir la libertad que te da el viento, el placer denavegar sin ruidos, escuchando solo como las olas golpean la proa del barco y como este se desliza después cabalgando sobre ellas.
Hoy, quizás, hemos terminado más cansados que otros días, porque la vela es exigente con los músculos de los marinos y porque ayer, las tripulaciones asturianas del Club San Balandrán de Avilés, el que más tripulantes aporta a esta Travesía Xacobea, nos reunimos después de cenar y… Ya se sabe, nos acostamos tarde.
Todos los barcos hemos llegado bien. Unos antes, otros después y alguno, como casi todos los días remolcado por fallos en el motor, pero eso es lo bueno que tienen los cruceros de vela, que si falla el motor siempre está nuestro propio motor natural y ecológico, el viento, que en caso de avería solo nos obliga a solicitar una ayuda para entrar al puerto.
Camariñas es el único puerto que tocamos en La Costa da Morte, llamada así por la peligrosidad que implica para la navegación dada la cantidad de bajos alejados de la costa que hay en esta zona.
La Costa de Morte se sitúa entre el Cabo Fisterra y la Punta Roncadora, que recibe su nombre debido al eco que produce el rugiente oleaje entre sus rocas.
Esta es una tierra de naufragios y leyendas, y de los riesgos que supone para la navegación nos hablan sus frecuentes y graves naufragios.
El desastre marítimo más importante ha sido el de la Armada Española que en la noche del 28 de noviembre de 1596 perdió 25 barcos y 1706 hombres. Los naufragios se cuentan aquí por cientos, siendo famosos los del Segrent y el Captain dos navíos de guerra ingleses que se hundieron en el siglo XIX. Entre ambos perdieron la vida más de 570 marineros.
En el año 2.002, frente a estas costas, se hundió también el Prestige, causando el mayor desastre ecológico de nuestro país.
Así que mañana, si todo sigue como hasta ahora, cruzaremos el punto más peligroso, Finisterre (Fisterra), y entraremos en las aguas de la Ría de Noia y Muros, mucho más protegidas del mar abierto que hemos surcado hasta ahora y que raramente te permite navegar con olas de menos de dos o tres metros altura.

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